
El secreto para entender el liderazgo radica en una verdad simple: la forma en que nos vemos a nosotros mismos moldea la manera en que lideramos.
Pensemos en el liderazgo como un río que fluye desde su fuente. Para algunos, esa fuente es clara y profunda, alimentada por un sentido interno de autenticidad y propósito. Para otros, el agua está turbia, contaminada por la necesidad de validación externa que distorsiona su flujo natural.
Esta diferencia es lo que psicólogos como Michael H. Kernis llaman “la brecha entre la autoestima contingente y la genuina”. Y aquí está el giro: ambos tipos de líderes pueden alcanzar un éxito notable, pero el camino y el costo, no podrían ser más diferentes. Poseer rasgos de autoestima contingente, no nos hace malos solo experimentar más sufrimiento, así es que liberémonos de ese sufrimiento.
Veamos un comparativo:

Pensemos en Elon Musk. Musk es un ejemplo fascinante de cómo las experiencias de la infancia pueden moldear nuestro sentido de valía personal. Creció en Sudáfrica bajo circunstancias difíciles: fue víctima de bullying extremo y tuvo una relación complicada con su padre, a quien ha descrito como emocionalmente abusivo. Estas experiencias dejaron cicatrices emocionales profundas que fomentaron una autoestima contingente, donde su valor personal depende del éxito externo. Cuando Tesla prospera o SpaceX aterriza otro cohete, Musk se eleva; pero cuando llegan las críticas o surgen contratiempos, sus reacciones públicas revelan cuán profundamente siente esos fracasos como algo personal.

Este tipo de autoestima puede ser un motor poderoso para la innovación, pero también hace que el trayecto emocional sea inestable.
Steve Jobs no era muy diferente. Adoptado dos veces, creció con la idea de ser “especial,” inculcada por sus padres adoptivos. Sin embargo, ese conocimiento del rechazo y abandono inicial probablemente generó una mezcla de inseguridad y una necesidad constante de demostrar su valía al mundo.
Jobs vertió su identidad en cada producto de Apple: cuando triunfaba, estaba en la cima; pero cuando las cosas no salían según lo planeado, las consecuencias eran intensas y personales. Su obsesión con la perfección lo convirtió en un genio creativo, pero también en un líder difícil y emocionalmente volátil.

Por otro lado, hay líderes que han encontrado una fuente más estable para su autoestima: aquellos con una autoestima genuina.
Tim Ferriss es un ejemplo claro. A diferencia de Musk o Jobs, Ferriss no ata su identidad a logros específicos o validaciones externas. En cambio, ha construido una vida basada en la adaptabilidad y el crecimiento interno. Su práctica del “fear-setting”—un ejercicio donde imagina sus peores miedos y planea cómo enfrentarlos—le permite abordar los desafíos sin sentir que su valor personal está en juego.

Warren Buffett también encarna este tipo de liderazgo genuino. Desde joven aprendió a medir el éxito mediante lo que llama una “puntuación interna,” enfocándose en hacer lo correcto según sus propios valores en lugar de buscar reconocimiento público. Esto le permite admitir errores sin tambalearse emocionalmente y mantener la calma incluso durante crisis financieras globales.

¿Qué tipo de autoestima guía tu liderazgo?:
Aquí unas preguntas que pueden ser incómodas, pero no tienes que compartir las respuestas con nadie, solo nos sirven de guía para ver patrones inconscientes:
- ¿Cómo reaccionas ante el fracaso? Cuando algo no sale como esperabas, ¿tiendes a verlo como un ataque a tu valor personal o como una oportunidad para aprender? Tu respuesta puede revelar si tu autoestima depende del éxito externo o si está anclada internamente.
- ¿Qué te motiva realmente? ¿Tus decisiones están impulsadas por tus propios valores e intereses o por el deseo de impresionar a otros? La motivación intrínseca es un indicador claro de autoestima genuina.
- ¿Cómo manejas las críticas? ¿Te sientes devastado por comentarios negativos o los usas como retroalimentación constructiva? Las personas con autoestima contingente suelen ser más sensibles a las críticas porque perciben que estas afectan su valor personal.
- ¿Qué tan importante es para ti el reconocimiento externo? ¿Sientes satisfacción solo cuando otros reconocen tus logros o puedes disfrutar del proceso independientemente del resultado? La necesidad constante de validación externa suele señalar una autoestima contingente.
Al final del día, liderar no se trata solo de resultados; se trata de quién eres mientras los alcanzas. Como un río que fluye hacia el mar, tu liderazgo será tan fuerte como la claridad de su fuente. Así que asegúrate de nutrirla desde adentro y no depender únicamente de las corrientes externas para avanzar.
En mi caso, hasta hace unos años mi autoestima estaba ligada a los resultados, por traumas de la infancia, de los cuales no era consciente. ¿Has percibido ciertos rasgos de autoestima contingente?